Llamó llorando. No era necesario verla, no era necesario que hablará. Las lágrimas se deslizaban a travez del auricular, logrando inundar mi oído y dejarme un poco sordo. Decidió colgar. Yo decidí intentar volver a dormir.
Hay días realmente pesados; hay noches peores.
Hay días realmente pesados; hay noches peores.
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